Al Pipo lo llaman así por un jugador del Valencia. El Pipo y sus amigotes, pese a los años y el desgaste de la madurez, cada verano dejan a sus mujeres en casa y se van a Mallorca cómo cuando tenían dieciséis años. Porque son colegas, porque, a pesar de todo, siguen sintiéndose jóvenes. Pero este año, deciden probar algo nuevo. Algo que todavía no habían hecho. ¡Vamos, Pipo, tú siempre al toque! Genio y figura hasta la sepultura.